Camina a diario
cada baldosa.
Siempre tan lenta,
siempre segura.
No es afecta
a hablar con nadie.
Pero si lo hace,
su voz es clara
y las palabras
bastante oscuras.
Me confunden sus certezas
y mis dudas se reafirman.
Con voz profunda
de vientos viejos
(cada tarde más serena,
cada noche algo más firme),
me llama a echarme entre sus brazos.
El amor que se envilece
y mi fuego que se apaga;
la traición, la indiferencia
y la gota que faltaba.
Todas son, a su manera,
nuevas cuentas que se suman
en mi ábaco escondido.
Es la arena que se escurre
por el cuello del reloj.
marcelo boetto
11 de octubre de 2004
martes, 25 de diciembre de 2007
LA VOZ
Etiquetas:
MARCELO BOETTO-POESIA
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