martes, 25 de diciembre de 2007

LA VOZ



Camina a diario
cada baldosa.
Siempre tan lenta,
siempre segura.
No es afecta
a hablar con nadie.
Pero si lo hace,
su voz es clara
y las palabras
bastante oscuras.

Me confunden sus certezas
y mis dudas se reafirman.

Con voz profunda
de vientos viejos
(cada tarde más serena,
cada noche algo más firme),
me llama a echarme entre sus brazos.

El amor que se envilece
y mi fuego que se apaga;
la traición, la indiferencia
y la gota que faltaba.
Todas son, a su manera,
nuevas cuentas que se suman
en mi ábaco escondido.
Es la arena que se escurre
por el cuello del reloj.

marcelo boetto
11 de octubre de 2004

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