martes, 25 de diciembre de 2007

UN CUENTO ( CORTITO) DE NAVIDAD


En un país nórdico u anglo sajón, este pequeño relato podría ser considerado un cuento de Navidad. Pero resulta que me paso a mí cuando tendría unos cuatro o cinco años, en Burzaco, provincia de Buenos Aires. Muy fuerte debe haber sido la emoción para conservar el recuerdo hasta hoy

LA ESTRELLA

El cielo de la tarde viraba rápidamente al rojo. Había algunas nubes, que se estiraban y desgarraban, para que las estrellas se vieran mejor. La tarde se convertía en noche con pereza.

Acostado sobre la tierra con algunos pastitos alrededor, miraba la inmensidad.
Siempre me gustó mirar el cielo.

Estaba en la parte trasera de la casa, cerca de la puerta de la cocina. La soledad era total. En algún rincón de la casa estaría mi madre, pero no se oía nada.

Mis ojos estaban fijos en un grupito de estrellas que mi viejo me había señalado. Decía que era el carrito de los reyes magos.

Como era el mes de diciembre, yo estaba interesadísimo en ellas.

De pronto percibí que una estrella de mediano brillo comenzaba a moverse. Lentamente avanzaba hacia donde yo estaba, pero por supuesto manteniendo su inconmensurable altura.

Comenzó a describir una suave curva. Paso justo sobre mis ojos. Cuando me había sobrepasado, la curva que describía se cerró, aceleró su movimiento y un momento después, desapareció. Como si se hubiera apagado.

Calmamente pensé en lo que acababa de ver. Ya no quedaban dudas. Tal como me habían anunciado en casa, Papá Noel se dirigía a la Tierra. Y eso que había visto no era otra cosa que el farolito que llevaba uno de los ciervos que tiraban de su trineo.

Me levante contento y fui a buscar a mi mamá para anunciarle la novedad.
Se acercaban las fiestas de fin de año. Estábamos en mil novecientos cincuenta y dos. Ninguna superpotencia había enviado todavía satélites al espacio.

Las maravillosas luces del cielo se mostraron por primera vez. Muchas veces durante mi vida nos encontraríamos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este relato cortito es muy hermoso porque expresa toda la inocencia y lo querido y esperado por un ninio.
Es doblemente hermoso porque se une a la imaginacion y la sensibilidad, siempre desarrollada, por el hoy hombre-artista verdadero. Nuria.