El hombre, montado sobre sus zancos, emprende la marcha.
Cae una llovizna verdosa.
En el subsuelo sombrío del que acaba de salir, leves chapoteos. Allí siguen las presencias ominosas.
Estarán por siempre.
La escalera se deshace suavemente.
miércoles, 19 de diciembre de 2007
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EL HOMBRE DE LOS ZANCOS (Arte digital)
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